Para
nadie es un secreto en la actualidad que existe una notoria discriminación
social hacia las personas de la tercera edad. Dicha discriminación es infundida desde la misma
niñez, y es causada por la sociedad a través de diversas instituciones, siendo
las principales la familia y el colegio. Como consecuencias de estos
prejuicios, son apartados y excluidos los adultos mayores a hogares geriátricos,
asilos, hogares de caridad, y los pocos casos que convivan con la familia, son
apartados a la habitación más lejana, en donde no puedan molestar ni incomodar
a nadie.
¿Pero que tan cierto son los mitos creados respecto al envejecimiento?
EL
ENVEJECIMIENTO
A partir de las dos últimas etapas de la vida, el deterioro físico no
solo es patente sino que todos tomamos cabal conciencia del evento. Un ejemplo:
la agudeza visual se reduce y la adaptación a los cambios de luz se enlentece,
lo que da como resultado un mayor número de accidentes, sobre todo al pasar de
una zona iluminada a otra más oscura. Pero no solamente esto, la fuerza
muscular declina y disminuyen también las habilidades perceptivas, el tiempo de
reacción es más lento. De ahí la necesidad de tener cada vez más en cuenta
estos factores para diseñar ambientes arquitectónicos adecuados para prever estos
accidentes. Esto sería lo ideal en la vejez.
Si las cualidades físicas parecen iniciar un declive, ¿qué ocurre con la
memoria, la creatividad o la inteligencia? ¿Qué pasa en realidad con este
transcurrir inexorable desde la adultez hasta la ancianidad, depositaria de la
ciencia trivial y de la sabiduría acumulada, a cuyos pies los jóvenes se
sentaban para recibir consejo e instrucción? ¿Hasta qué punto se deteriora la
mente y entra en una fase de declive? De hecho, la adultez tardía, pero sobre
todo la vejez, constituye una época en que menguan algunos poderes
cognoscitivos, aunque otros quizá no disminuyen prácticamente hasta la muerte. Los
episodios de la historia de una vida, son un condimento imprescindible para
darle sabor al reloj social, a la edad cronológica. Esto sí que tiene un valor
a medio y largo plazo en la evolución
adulta: el trabajo, la pareja, el abandono del nido hogareño o la
jubilación van marcando la transición real de nuestra vida, saltándose de forma
imprevisible lo esperable en cada edad. Cambiamos mucho más, o mucho menos, que
las horas que va marcando un reloj taciturno y no siempre fiable. Esta es
nuestra suerte y nuestra miseria a la vez.
La sensación de soledad y de ruptura suele acrecentarse en la vejez. A
medida que las personas se vuelven mayores tienden a retirarse gradualmente de
la sociedad, dirigiéndose hacia una cierta ruptura. Un sentimiento de soledad
las invade, y esto ocurre con más frecuencia en las mujeres que en los hombres.
La calidad de vida puede ser insatisfactoria si la persona esta angustiada por
el aislamiento social y la amargura. De ahí, la importancia de los procesos de
reciclaje educativo y de ocio organizado para personas de la tercera edad.
Yuneiry Johanna Criado Ascanio
Proceso
psicológico en la vejez
Hablemos
de los cambios que suceden en el interior de cada persona al llegar a la vejez. Existen ciertos criterios que no son ajenos a
nuestra realidad, evidentemente cuando se alcanzan cierta etapa de vida,
aparecen rasgos en la personalidad que por ser común en los adultos mayores los
advertimos como fenómenos característicos normales de esta etapa.
La
depresión: es uno de los aspectos más frecuente en los adultos mayores, no es
un fenómeno normal, pero tiende a afectar un gran porcentaje de los individuos
que llegan la vejez, perjudicando no solo el estado anímico, sino también su
salud física y social. En este conflicto interno participan varios factores. En
primer lugar la desvinculación de la vida social juega un papel muy importante,
puesto que la sensación de la pérdida de
status y la preocupación del yo, conllevan a un
alejamiento gradual de los roles sociales y a una decadencia en la
autoestima, teniendo en cuenta que la sociedad deja de asignar roles de
responsabilidad al anciano el distanciamiento se efectúa mutuamente. Por otra
parte los ancianos se rehúsan a pedir ayuda en situaciones emocionales creyendo
que ciertas sensaciones de incertidumbre son habituales para su edad, pero como
decimos coloquialmente que el cuerpo grita lo que la boca calla, tiende a ser
acompañado por diversos malestares físico como la pérdida del apetito,
alteración del sueño, pérdida de peso y algunos otros disgustos corporales que
son tratados por médicos generales o de la salud física, pero no se asegura un
recuperación, ya que se origina de aspectos que necesitan ser tratadas por
profesionales de salud mental. La pérdida de la memoria es fenómeno que puede
afectar a gran escala la personalidad del adulto mayor, dado que, en ocasiones
no poseen las herramientas de apoyo, tales como reforzadores sociales y
refuerzos paliativos que le permitan la adaptación a nuevos hábitos y
circunstancias que se le presentan como escollos es la vida.
La
demencia: Esta se manifiesta cuando hay alteraciones en las funciones
cerebrales y afecta de forma gradual las funciones cognitivas originando
dificultad para el aprendizaje. Una de las preocupaciones más grandes de los
individuos en la adultez es si al envejecer tendrá una perfecta lucidez mental.
Este trastorno tampoco hace parte del proceso en la vejez, pero debido daños y desordenes que superan los
atribuibles al envejecimiento normal, toca generalmente a los individuos en
esta etapa de desarrollo humano.
El
inevitable paso del tiempo genera notables desajustes en la personalidad, lo
que exige al individuo que envejece re significar su vida pasada, fortaleciéndola con su presente y plantear
aptitudes para su tiempo de vida, aprendiendo a disfrutar los satisfacciones
que esta etapa brinda.
Evelyn
Pardo Arcia
CONTEXTO
PSICOLÓGICO: EL ENVEJECIMIENTO
Al ser nombrado el envejecimiento se nos
viene a la cabeza muchos términos como enfermedad, cansancio, cabello canoso,
arrugas, debilitamiento del cuerpo, sabiduría, experiencia, entre muchas otras.
Pero si nos referimos al envejecimiento en un contexto psicológico, esto tiene
un significado especial, vamos a referirnos específicamente a personas de la
tercera edad, en donde el funcionamiento del organismo comienza a decaer y su
vida social va cambiando paulatinamente, en este momento es donde la percepción
de cada persona toma un nuevo rumbo y de allí la forma de ver y asimilar las
cosas, una nueva forma de actuar. Pero esta “nueva forma de ser” ¿será positiva
o negativa para la persona?, todo depende del autoestima y la fuerza mental que
se tenga, puesto que al llegar al envejecimiento llegan las arrugas, la pérdida
del cabello, la pérdida de peso, las continuas visitas al doctor, los
malestares, cansancio físico, problemas auditivos y de visión, fallas en la
memoria y de las funciones cognitivas, es decir, cambios fisonómicos, que traen
consigo una alteración en el estilo de vida, la imagen personal, los hábitos,
el comportamiento, para mucho estos cambios son negativos en donde a pesar de
los mucho tratamientos que se aplican nada les funciona y ante la
desesperación, la desesperanza y el bajo animo recaen en el aislamiento social,
la amargura, ocasionando estados de depresión, que no son más que
manifestaciones de impotencia al querer parar “el reloj natural”. Pero cuando
alguien llega a la tercera edad con el autoestima fuerte y formada en valores
de emprendimiento, la persona tomara estos cambios como algo normal, sin darles
importancia seguirá con su vida, pero para esto no es suficiente solo la fuerza
de la persona sino que requiere también del acompañamiento de la familia como
sustento y apoyo en los momentos de crisis, porque no podemos decir que en la
vejez todo será malo, pero si llegaran momentos en que se requiere estar con
alguien que nos de su mano para seguir adelante y no dejarnos vencer por los
nuevos retos que nos impone la vida.
ALEXIS EDUARDO VILLAMIZAR
Proceso social del Envejecimiento
Una
sociedad sin historia.
Para
nadie es un secreto en la actualidad que existe una notoria discriminación
social hacia las personas de la tercera edad. Dicha discriminación es infundida desde la misma
niñez, y es causada por la sociedad a través de diversas instituciones, siendo
las principales la familia y el colegio. Como consecuencias de estos
prejuicios, son apartados y excluidos los adultos mayores a hogares geriátricos,
asilos, hogares de caridad, y los pocos casos que convivan con la familia, son
apartados a la habitación más lejana, en donde no puedan molestar ni incomodar
a nadie. Es muy lamentable la situación en la que vive gran parte de
esta población causado por los prejuicios y mitos erróneos creados por la misma
sociedad. Situaciones de rechazo,
hostilidad, exclusión son el pan de cada día en la vida de nuestros
ancianos. Como es posible que en nuestra “sociedad moderna” que se mofa de los
grandes avances económicos, políticos y tecnológicos, no tenga en cuenta su
pasado y quiera sepultar nuestra historia. Para nadie es un secreto que el ser humano empieza a declinarse sus
capacidades a partir de una determinada edad,
este proceso de envejecimiento conlleva a cambios físicos como: perdida
de la tersura y suavidad de la piel, perdida de la masa muscular, cambio del
color del cabello, disminución de la
capacidad funcional de órganos y sentidos, entre otros. Todos estos cambios son
concebidos como indeseables por parte de
la sociedad moderna, siendo rechazados
tanto el proceso de envejecimiento, como a las personas portadoras de él. Esta hostilidad es originada por el temor, el
temor de perder la vitalidad y la belleza juvenil, temor a perder la capacidad
productiva que tanto demanda nuestra economía, temor de ser parte de la nada en
una sociedad que le rinde culto a la productividad. Actualmente se evidencia
este temor al envejecimiento en los excesivos productos, medicamentos y tratamientos
que prometen desacelerar y revertir el proceso natural del envejecimiento. A
partir de lo anterior surge una
interesante pregunta: ¿Este rechazo social al envejecimiento ha sido
constante a lo largo de la historia, y
entre diferentes culturas?
La
respuesta contundente es No. Existen diversas culturas que conciben de manera
positiva el proceso de envejecimiento, en el estudio etnográfico de Shakespeare en la selva, se evidencia una
cultura dirigida por los ancianos, además de existir una admiración de los más jóvenes
de aquellas sabias enseñanzas contadas por estas personas. Si se mira un poco
hacia atrás, en la cultura hebrea se tenia por sabio al anciano, el cual dirigía
todo el clan o la tribu. Sin ir tan atrás en el tiempo en nuestra historia
Colombiana, nos encontramos con una estructura familiar compuesta por tres generaciones que habitan en el mismo
hogar. El rol dado al abuelo era el de
transmitir sabiduría a los miembros mas jóvenes, además del respeto y
consideración que recibían por parte de los demás miembros de la familia. La relación
de esta sociedad tradicionalista estaba cimentada sobre la siguiente frase “El futuro de
los jóvenes está contenido en el pasado de los viejos y éstos son los modelos e
ideales de aquellos”. A partir
de la multiplicación de los diversos medios de comunicación, se ha
podido masificar la información, permitiendo a las nuevas generaciones extraer
de forma rápida y fácil información creada por su misma generación, rompiendo
el vinculo que existía con los abuelos, y perdiendo así el lugar del adulto
mayor en nuestra sociedad moderna.
Construyendo
Vejez
En la sociedad actual, el concepto de
vejez tiene una estrecha relación con el proceso de producción, el consumo de
determinadas tendencias y por los ritmos vitales impuestos por la
industrialización. Se evalúa a las personas por la utilidad que le aportan
a la economía y al sistema de
producción, afectando con la definición Kantiana de dignidad humana, en la
que ser humano es un fin como tal, solo
por el hecho de ser humano. Pero en esta situación el hombre pasa a formar
parte de la mercancía que produce, ingresando al sistema de producción, que lo único
que le interesa es producir mas rápido y en mayores cantidades a un menor
precio. De la anterior situación, es notable que en el momento en que las
personas llegan a una edad determinada que le impidan ser igual de productivas
que en su juventud, serán retiradas, este retiro mas conocido como la
jubilación. Con la jubilación, la sociedad productiva crea unos mitos que
inciden en la manera de concebir al adulto mayor, ya no se piensa en esta edad
como una etapa de sabiduría y estabilidad, si no mas bien como un declive, un declinamiento
constante de las capacidades, por lo cual el anciano lo único que tiene que
hacer es no estorbar a la gente productiva y dedicarse a esperar la muerte.
Por esta concepción de viejísimo, hemos
abandonado a nuestros mayores, y hemos creído que gran parte de las
“enfermedades” que sufren son normales, por lo que no se les presta atención a síntomas que muchas veces pueden
ser tratados y corregidos, mejorando así su calidad de vida. Tras este
retiro forzoso, la sociedad actual no ha
creado una definición sociocultural del conjunto de actividades que serían
específicas de los ancianos y en cuyo desempeño éstos podrían percibirse útiles
y conseguir reconocimiento social. Si existieran estas definiciones de
roles, se podría reducir los concepto
negativos de la tercera edad, además de influir en la percepción social de los
ancianos y en su propia autoestima. Ante
la ausencia de estas definiciones, la falta de tareas especificadas
culturalmente conlleva la dificultad de saber en qué concentrar los esfuerzos y
en qué volcarse de modo de actualizar las propias potencialidades. Cada anciano
debe buscar que hacer, debe crearse una rutina compuesta de tareas que pueden
llegar a ser más o menos valiosas para él, pero sin tener ninguna garantía de
que ellas serán reconocidas socialmente. Al no crear un rol para esta etapa,
impide y dificulta al adulto dar un sentido pleno a la vida, ya que a través de
toda su historia y en el desarrollo de cada etapa, tenia asignado por la
sociedad un rol que debía cumplir y el cual le proporcionaba un sentido a la
vida. Con la llegada de la vejez, se interrumpe la continuidad de aquella construcción de
futuro, origen de logros en cada etapa de la vida; "un anciano es alguien despojado de un
futuro construido por el mismo" (Coriat: 2001, 90).
La construcción social de objetivos
para la vejez, permite reconocer a los mayores como personas importantes para
nuestra sociedad, elevando su autoestima y su sentido de vida. Debe tener en
cuenta que dichos objetivos deben ser diferentes a las demás etapas, ya que
tienden a ser proyectos de plazos mas cortos y breves, los cuales les permitan
alcanzarlos y vivir la satisfacción de sentirse estimado por la sociedad;
recordemos que si su futuro no les pertenece, no son dueños tampoco de su
presente.
Por los anteriores motivos se hace
indispensable que la sociedad asigne nuevos roles a nuestros ancianos, y
disponga de políticas publicas que incidan en esta transformación social y abra
espacios de participación, pero mientras se creen dicha políticas, es necesario
invitar a las familias e instituciones que tratan con los ancianos, de abrir
espacios de participación al adulto mayor, en la que pueda asignarle un papel
que le permita sentirse útil.
Camilo Enrique Díazz
BIBLIOGRAFIA Y REFERENCIAS
Ballesteros, R. MITACIONES Y POSIBILIDADES DE LA EDAD. Madrid: Universidad Autónoma de Madrid
Rodrigues, K (2010). Vejez y envejecimiento. Bogota: Universidad del Rosario
Scolich, N. Pensar La Vejez. Bogotá:
Universidad Nacional de Rosario